Un cambio bienvenido
El bidón por el mango.
¡Por fin! Un nuevo diseño de envase, más ergonómico: un asa de bidón que no molesta en las manos. Que no nos deja los dedos azules en invierno. Que no los hace chocar entre sí, apretándolos en un nudo de huesitos.
Es un asa cómoda, con la que podemos caminar más de una cuadra, en lugar de unos pocos metros. Que distribuye el peso parejo, que se adapta a la mano, en lugar de exigir que nuestras manos se adapten a ella.
Adiós al asa que muerde.
Cuando los usuarios tenemos que usar un producto con problemas, lo solucionamos con creatividad.
Estiramos la manga del buzo y hacemos un guante improvisado. Deshollamos el bidón quitando la etiqueta para envolverla alrededor del asa ofensiva. O intentamos usar sólo los dos dedos del medio, para descubrir que duele peor.
Usamos bufandas (sólo en iniverno), un papel doblado muchas veces (los dedos no entran), un palo (tenemos que usar ambas manos), o acunamos el bidón en brazos. Cualquier cosa que evite la mordida de esa asa filosa, que tira con toda la fuerza de 6 kilos.
Las cosas NO tienen por qué ser así. El diseño existe también para solucionar la vida de las personas.
Diseño de envases centrado en el usuario.
Hay dos maneras de diseñar una pieza hecha en inyección de plásticos: desde el molde; o desde el usuario.
Desde el molde, la geometría se diseña para usar la menor cantidad de material, y para que la máquina inyectora trabaje al máximo rendimiento, reduciendo los costos. También se diseña para que los componentes del molde, hechos en acero, sean más robustos y fáciles de mantener. Ahorros por doquier.
Si se lleva al extremo, el resultado es un diseño en el que el usuario perdió terreno, y paga las consecuencias.
Pero diseñar desde el usuario, a ultranza, tampoco es factible en condiciones competitivas de mercado. Es imprescindible atender a temas de costos, inversiones, técnico-productivos y otras variables.
Así que hay que diseñar un punto óptimo, entre el usuario y la conveniencia.
Dando la mano, miles de veces por día.
En DVL trabajamos para Aerofil resolviendo desde el diseño todos estos aspectos para el asa de bidón. A partir de un diseño primario, aportamos cambios desde la ergonomía, utilizando prototipos rápidos y haciendo pruebas de uso, hasta tener un diseño final que fuera cómodo.
Desarrollamos el asa con toda la atención al detalle requerida de una pieza de alta producción. Cada gramo importa; cada refuerzo y cada espesor. Esos datos se utilizaron exitosamente durante las negociaciones, incluso meses antes de tener un molde.
Además, las piezas debían ser compatibles con las máquinas llenadoras automáticas, así que era importante realizar un diseño que no causara variaciones dimensionales importantes, o deformaciones, durante una producción normal.
Utilizamos impresión 3D en distintos materiales para comunicar y probar el diseño, desde la aprobación financiera inicial hasta la fabricación del molde de alta producción, en Asia.
Todo para dar la mano, en lugar de morder, miles de veces por día, en supermercados y almacenes de todo el país.
Los comentarios en redes sociales no se hicieron esperar: ¡Merecidas felicitaciones y aplausos por escuchar a los clientes!
Un reconocimiento a Aerofil por su empuje emprendedor. Nosotros, agradecidos de haber sido parte, integrando diseño para el usuario y oficio técnico.
Hay ideas simples que generan mucho valor. ¿Las tuyas cuáles son? Tenemos muchas maneras de ayudarte a diseñarlas y realizarlas, conocé nuestros servicios.